Renault y Luca de Meo viven momentos dulces, a la espera de un año en el que llegan al mercado dos de los coches eléctricos más esperados. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, pues la marca del Rombo está teniendo serios problemas en países tan importantes como Alemania, y y se saben perfectamente cuáles son.
Luca de Meo no lo dudó ni por un sólo momento cuando se le ofreció ponerse a los mandos de una empresa como es Renault. El italiano manejaba los hilos en una SEAT que siempre tenía las manos atadas y cuyas decisiones tenían que ser avaladas por los responsables de Wolfsburgo. Una situación complicada para un rescatador como es el transalpino.
La firma francesa está convencida de que los dos nuevos eléctricos que han llegado a la marca presumiendo de un diseño estelar convencerán a los clientes, pero no es oro todo lo que reluce ni todo rueda a la perfección en la marca. El fabricante galo tiene importantes frentes abiertos que está obligada a resolver antes de que se agraven extendiéndose a otros países más allá de Alemania, donde ha explotado la burbuja de la marca.
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Renault
En la actualidad, Renault cuenta con ocho SUV a la venta y el noveno no tardará muchos meses en sumarse al catálogo oficial con un Renault 4 que será el último con esta carrocería. Los galos están ofreciendo lo que demanda el mercado, pero también es verdad que no convence a todos. Al menos, no lo hace en el mercado alemán, donde en cinco años sus ventas se han desplomado a más de la mitad.
En 2019, los alemanes compraron 131.138 unidades y en, los diez primeros meses del año, se han acumulado apenas 42.893 ejemplares. Si termina 2024 con 45.000 unidades en su haber será un verdadero milagro. Por un puesto, los franceses no entran en el «Top Ten» de las marcas en Alemania, y eso supone que su cuota de mercado es de apenas un 1,8 por ciento.
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Preguntarse cómo ha llegado Renault a esta situación en uno de los países más importantes para el fabricante en años anteriores podría no tener respuesta, pero desgraciadamente la tiene: su gama de modelos no convence a los interesados, ni a los que un día convenció. Porque lo ha hecho con muchos, desde que el antiguo Renault 19 se presentó en 1988 y ha continuado hasta el pasado año cuando el Mégane dijo adiós definitivamente.
La transformación del turismo en un Megane eléctrico ha tirado por tierra un éxito de décadas, perdiendo nada menos que un 80 por ciento. Un problema que no se está dando en otros países de nuestro entorno, donde la marca ha batido todos los récords con una primera mitad del año en el que ha ganado 1.400 millones, antes de impuestos. Una situación que no cambiará porque los alemanes tengan un problema de aceptación de los modelos del Rombo, aunque Luca de Meo algo tendrá que hacer.